Por Daniel Ferullo, historietista y editor.

La Argentina siempre destacó en la historieta en el Siglo XX. Reconocida a nivel internacional por la cantidad y calidad de su producción que se exportaba a distintas partes del mundo. Héctor Germán Oesterheld nació en Buenos Aires en 1919. Con poco más de 20 años, antes de escribir historietas, había escritos cuentos y textos de divulgación científica para distintas editoriales. En 1951 publica su primera historieta en Editorial Abril. Luego crea Bull Rocket y Sargento Kirk para la revista Misterix.

En 1957 funda su propia editorial: Frontera, donde edita las revistas Hora Cero y Frontera, con las que produce un cambio fundacional en la historieta argentina. Oesterheld escribiría casi todos los guiones. Fue un guionista excepcional por la cantidad y la calidad de su producción: Sargento Kirk, Ernie Pike, Watami, Mort Cinder y, por supuesto, El Eternauta, entre otros de su primera etapa. La experiencia de Editorial Frontera duró sólo cuatro años, pero fue fundamental para dejar una huella indeleble. Sobre todo por las colaboraciones de Oesterheld con Alberto Breccia (Mort Cinder), Hugo Pratt (Ernie Pike) y Solano López (El Eternauta).

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Si bien Argentina ya tenía una larga tradición de revistas, autores y personajes muy establecidos y exitosos, las historietas y personajes de Oesterheld significaron un cambio importante y que permanecería en el tiempo. Estaban dotados de un humanismo hasta esos momentos inéditos en la industria. Ya no eran simplemente las aventuras entre “buenos” y “malos”, o la simple resolución de un misterio o la salvación de alguna dama en apuros por el héroe de turno. Había aventuras, y mucha, pero el humanismo, la condición humana de los personajes de Oesterheld, cambió para siempre a la historieta argentina y, por extensión, a la historieta occidental.

Detalles como el de un soldado que, a minutos de ser fusilado, pueda detenerse a observar el amanecer o el posar de un pájaro sobre una rama (en Ernie Pike). O narrar la batalla de las Termópilas desde el punto de vista de un esclavo con una humanidad inédita entonces (en Mort Cinder). O la muerte de un “Mano” (un invasor alienígena) deteniéndose en la belleza y en la simpleza del diseño de una cafetera como si fuera una escultura (en El Eternauta), todos estos son ejemplos de la sensibilidad de Oesterheld para contar sus historias.

El guionista daba mucho protagonismo a sus personajes secundarios, llegando estos a protagonizar más de una aventura en sus historietas. Justamente se considera una “marca Oesterheld”, la figura del héroe colectivo, en contraposición el héroe individual. Uno de los rasgos más característicos de su obra. Los camaradas, los compañeros de armas y de aventuras.

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Como todo creador, fue producto de su tiempo. Aunque luego lo haya trascendido con su obra. Cuando comienza a escribir guiones, la II Guerra Mundial había finalizado hace poco más de cinco años. Por eso están tan presentes, en toda su carrera, las historietas bélicas. También los avances científicos y los viajes espaciales. El conocimiento es un elemento importante en las historias de Oesterheld.

Y, también lo es, el hecho de dejar testimonio, la memoria es fundamental en su narrativa. Los acontecimientos históricos, las historias vividas, los objetos, las ciudades, todo contiene testimonios y experiencias humanas que merecen ser narradas. Esto podemos apreciarlo en las más destacadas obras de Oesterheld. En El Eternauta, es el propio guionista quien narrará los hechos vividos junto a Juan Salvo. En Mort Cinder, es Ezra Winston, el anticuario, quien cuenta las historias a partir de un objeto. En Ernie Pike, es el corresponsal de guerra quien nos introduce las historias. Y así, en las mayorías de sus creaciones. La condición humana está presente en toda la obra de Oesterheld.